domingo, 13 de septiembre de 2009

REQUIEM DE UNA FUTURA NOVELA O UNA NOVELA FUTURÍSTICA

Otra vez otro poema sin gracia y sin brillo, así de sencillo. Otra vez otro poema lindo, simpático, otro poema que sólo amerita un triste “qué bueno está” o un menguado y austero “buenísimo”, pero sobre todo aburrido de tanta normalidad. Nunca un salto, un suspiro, un grito, un quedarse absorto y sin palabras. -Y otra vez yo confundiendo ya un poema simple, con la simplísima boludez a la que tan bien se puede tender en mi cabeza. Me tengo que grabar que uno no escribe por el éxito. Y bueno… quizás alguno llegue a tener éxito; como decía un tal no sé quién: “de lo sublime a lo ridículo”… y conmutamos-. Así pasaban sus minutos, mortificado pero por lo menos, o en su gran parte, entretenido entre finas –finísimas- “hilaciones” de pensamiento. Y lo más gracioso es que todavía quería escribir una novela.
Era otro frío día de Mayo en invierno, que parecía congelar en un freezer de los buenos sus momentos de inspiración, como a él le encantaba llamarlos.
-Inspiración, imaginación, musas, siempre dando vueltas por lo mismo vos- se decía antes de agarrar su mochila para partir nomás a la facultad, intentando la imposible empresa de no pensar – o al menos no pensar boludeces. Si por lo menos pensara cosas interesantes, o útiles, o diferentes, o aunque sea una de esas cosas que a uno le hacen ganar unos mangos… ¿los demás escritores habrán estado exentos de monetaria ambición? ¿Y qué carajo pensarían? Ya sé por lo menos que Rubén Darío sí gozaba de económica lujuria…- justo en ese punto se interrumpía su brillante entelequia, al llegar su colectivo a buscarlo de su habitual parada.
-Parada…-río con muda fascinación luego de encajar casi a la fuerza las totalidad de monedas que equivalían por esos tiempos a un pasaje de colectivo-que curiosa palabra…hasta podría ser un buen título…y con lo grande que es un colectivo y con lo fácil que se para, así nomás, al simple son, la efímera cantata, el ahora pausado ritmo, el interminable ritual. En fin, cada uno con sus rituales…oh, qué gran día para la inspiración,- respiró alegre.
-¡Parada! Ya nadie, por lo menos en esa parada, tenía la necesidad de decir, menos gritar con animoso fervor, la dulce palabra; apenas, y ni siquiera, cuando uno se baja a destino por la parte de adelante del inmenso móvil. Encima con el timbrecito que hace “tring” es todavía más fácil.-
-Pero buenas, ¿cómo va? - Lo distrajo una compañera a la que no le quedó otra que saludar por falta de destrezas evasivas. Hoy tampoco tenía nada demasiado interesante para estudiar, ni contar. Hablaron del fin de semana, las salidas, que qué tal estuvo, que qué tal te fue, un condescendiente “ah, que bien”, etc. -¡Parada!-pensó- por fin llega, diríase que nos salvó la campana antes que nos asesináramos de aburrimiento-, haciendo levemente una mueca de extraña satisfacción que incomodó a su acostumbrada compañera. - A renacer de nuevo como hombre que baja del colectivo para devenir luego en hombre que bajó del mismo ruidoso aparato y se dirige casi automáticamente a tener paciencia en clases para no tirar todo a la mierda, pensaría Siddartha-.
-¿Hoy estaría ella, hoy la vería? ¿Sería un nuevo día en el cual volver a repetir, o alimentar, su absurda ilusión, con la ilusión de seguir escribiendo absurdos?- A veces pensaba y hasta quería que no, pero la realidad, cruda, ruin, fatal, siniestra, es que todavía la necesitaba. Todavía no había escrito su novela.

1 comentario:

Emanuel Simo dijo...

jaja, me siento totalmente identificado con su relato, aunque debo confesar que siempre me consideré demasiado vago como para intentar escribir una novela. no puedo escribir una página en word, asi que imagínese que mucho menos podría escribir una novela...
tus rumiaciones son geniales, sobre todos los desplazamientos, siga flotando por sus pensamientos y luego plasmalos en el blog así sigo encontrando lagos donde poder reflejarme