Entre algunas cosas que no entendía y ahora empiezo a vislumbrar, ésta es un bosquejo de ellas.
Porque en tu presencia, o acto, o esencia, hasta en tus tímidas intervenciones y tus más leves rasgos, brota el manantial de inspiración en mis hojas antes despobladas.
¿Es entonces el poeta quien escribe? Entiendo que eso ya ni siquiera es tan seguro. Quién merece más la autoría de esas tan equivocadamente firmadas hojas que la emblemática musa. Es ella quien recorta en el aire y quien dibuja y escribe en el resto de las cosas. Es su contorno el punto estricto que delimita, intransigente, lo que es objetivamente estético, de lo que no; lo sagrado y lo profano enmarca ella, con soltura y entre paréntesis.
Es, como dije, ella la forma, el tetragramatón perfecto, siendo las hojas que se precian por hablar de ellas, su tan austero y pobre, pero encantado, bosquejo.
En su voluntad está la decisión profunda de dejar sin palabras a alguien, o no hacerlo. Tal escena queda a expensas de hacia dónde digne su merced a dar vueltas su fino cuello y hacia que rincón de empuñe su mirada tersa.
Es ella la diferencia radical de donde nace la misma lógica de la significancia. Ella el bosque y éste su lápiz y su apunte.
Al poeta, así, no le pertenecen ni la palabra, ni la inspiración, menos sus intentos vanos de tenerlo por escrito. Porque poesía y sus efectos es la musa. El único poder que detenta el poeta es el sino, quizás inexorable, de servirse como su infiel pero empeñado traductor.
De este modo, hoy soy más hagiógrafo vehemente que escritor desenfadado.
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2 comentarios:
Si se puede hablar de culpas... ellas las tienen todas...
Muy bueno Javi, incansablemente como siempre, certeza unica...
Beso!
Mer
DE VERDAD ES UNA EXCELENTE PUBLICACIÓN LARGA VIDA A LA MUSA DE NUESTRA INSPIRACIÓN
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